Quizá
Detroit se convierta en el paradigma del nuevo sistema económico, un sistema
sostenible y verde. Hay que llegar hasta la ruina total para
resurgir. Hace años era una ciudad próspera a costa de maltratar el medio
ambiente: producía miles de coches que contaminaban el ambiente y contribuían
al cambio climático con sus emisiones.
En la actualidad, las fábricas de piezas para automóviles se
están transformando en invernaderos donde se cultivan verduras
ecológicas. Los parques abandonados y los jardines de las casas
se transforman en huertos. La gente sin empleo comienza a comprender que el
cambio está en sus manos, ni en el Gobierno, ni en las instituciones que lo
sustentan. El futuro puede ser la agricultura ecológica. El beneficiado no es
sólo el medio ambiente. También la propia comunidad, que se sienten más unida,
más solidaria.
Ya hay más de un
millón de explotaciones agrícolas ecológicas. La tierra se está regenerando con
la ayuda de estos agricultores, en su mayoría expulsados de sus hogares y sin
trabajo. Detroit ha pasado de contar con dos millones de habitantes a ser una
ciudad de 700.000. La ciudad dispone de 100 kilómetros cuadrados de terrenos
libres, el equivalente a la ciudad de San Francisco. La agricultura urbana es
la gran esperanza de unos habitantes que no han querido abandonar su ciudad.
Mayor cohesión social
La “Red por la seguridad alimentaria
de la comunidad negra de Detroit” es un caso especial. Se trata de una ONG que
ha creado su propia granja en un parque abandonado de la ciudad. En sus dos
hectáreas, la organización produce miel,
verduras, frutas, setas…. El objetivo es demostrar que es posible cultivar
sus propios alimentos y lograr de esta forma la independencia e incluso algunos ingresos.
Se cierra el ciclo: hijos y nietos de
quienes en su día abandonaron la vida del campo y sus cultivos en el sur para
ir a trabajar a las fábricas de automóviles que ahora han cerrado.
Además, se da una oportunidad a los
jóvenes. Se educa a la juventud para que sepan cómo
se producen los alimentos y el esfuerzo que cuesta conseguirlos. Una de las
zonas más afectadas por la crisis cuenta con un colegio en el que se imparten
cursos de agricultura ecológica, un centro de educación único en Estados Unidos
en el que, además, se ayuda a las madres
solteras que lo deseen a formarse para acceder a
la universidad mientras aprenden a cuidar de sus hijos. No es sólo un medio de vida. Es
una forma de crear un futuro para toda la comunidad.
El colegio es una especie de granja
escuela, con huertos y animales, en la que se aprende a cultivar y a conservar
los alimentos, así como conceptos esenciales de economía agrícola para iniciar
una actividad empresarial en el sector. La actividad agrícola es una salida de
futuro para los alumnos.
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