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El cielo tapizado de estrellas.
Los petardos y juegos artificiales retumbando en toda la zona.
Los búhos haciendo su propio silencio.
Los grillos y sapitos callaban también.
Las luciérnagas hacían competencia con las estrellas y los fuegos artificiales al destellar, unos en el cielo y las otras … más cercanas a la tierra y amparadas por un tupido follaje.
Los perros esa noche no ladraron tal vez, asustados por el retumbar de los fuegos artificiales, o quizás…maravillados por los colores.
Amaneció callada la zona rural, después de una noche de alegría al despedir el año viejo.
Tampoco en la madrugada los millares de pájaros despertaron con la aurora, cansados quizás por el sonido y el movimiento que impidió su descanso.
Otra cosa, el carro fantasma que periódicamente hace su aparición a medianoche en la subida de la quebradita entre el Parnaso y la Hoyadita no se hizo sentir, con lo que podemos decir sin temor a equivocarnos, que fue una noche diferente.
